Paisaje

Una de las principales características de Alcaracejos Mozárabe, el Camino Mozárabe de Santiago por el término de Alcaracejos, se substancia la variedad de paisajes que atraviesa y cómo la historia y quienes habitaron estas sierras y dehesa modelaron el territorio como un mosaico de zonas forestales, ganaderas y de cultivo. De la sierra al entorno del municipio nos encontramos bosques de ribera, crestas de cuarcita rodeadas del monte mediterráneo original, olivares de sierra, dehesas con monte bajo y dehesas con pastizal, pinares, pseudoestepas y restos de espacios mineros con pequeños humedales asociados.

La configuración del paisaje es producto de la gestión de la tierra, de sus características, de los distintos regímenes de propiedad y de los usos del suelo. El paisaje de Alcaracejos Mozárabe es tan cambiante en el recorrido como lo ha sido en distintos momentos de la historia.

Bosques de ribera

Las dos zonas de bosques de ribera típicamente mediterráneos que recorreremos son el del Guadalbarbo y el del Cuzna. Ambos cuentan con tramos declarados Zona de Especial Conservación (ZEC) y Lugar de Importancia Comunitaria (LIC).

Monte mediterráneo

El estado del monte mediterráneo o maquis dota a estos espacios de distintas variables según su estado de conservación. Recorriendo el camino podemos admirar zonas de monte original en parajes donde no se ha adehesado o se han plantado olivos. La Sierra de La Chimorra, el Barranco de la Calera, en el entorno de la Molineta, o la vegetación que rodea las crestas de cuarcita como la del Peñón del Lazarillo son ejemplos del monte original.

Olivar de sierra

Estamos frente a un paisaje que es producto de la acción del hombre. La plantación de olivos en esta sierra de forma masiva comenzó a finales del siglo XVIII pero se intensificó durante todo el siglo XIX. Cientos de personas habitaron durante décadas estas sierras retirando el monte y plantando olivos, viñas y frutales. Finalmente, esto consolido un paisaje muy singular con una rica cultura asociada de folclore, métodos de producción y relación con el entorno natural.

Dehesas

La dehesa es el paisaje más emblemático de Los Pedroches. La dehesa surge de la relación del hombre con el monte mediterráneo original y esa simbiosis es un ejemplo de sostenibilidad. Desde hace milenios, quienes han habitado este territorio han retirado el substrato arbustivo de jaras, coscojas, madroños, ahulagas, entre otras especies, para liberar el arbolado: encinas, fundamentalmente, y, en menor medida, alcornoques y quejigos, reducidos a las zonas más elevadas y más húmedas. Esa conservación del árbol propicia la generación de pastos, de bellota, permite la siembra de cereal y genera multitud de usos ganaderos, agrícolas y forestales.

Pinares

El entorno del Calatraveño conserva un pinar muy atractivo, que alterna con el monte mediterráneo y se mezcla con encinas, alcornoques, quejigos, jaras, madroños, coscojas, tomillo, romero y un sinfín de arbustos. Estos pinares son espacios ideales para los amantes de la micología y en otoño-invierno se pueblan de setas y hongos de todo tipo, entre los que destaca el níscalo. Aunque se dan varias especies de pino mezcladas, destacan los grandes ejemplares de pino piñonero con su característica copa redondeada.

Paisajes mineros

La historia de la minería va paralela a la de Alcaracejos. Aunque hoy la economía del municipio depende de la agricultura y de la ganadería, hasta bien entrado el siglo XX, las minas emplearon a cientos de personas. Los vestigios de esta actividad abundan en todo el término municipal y son fácilmente reconocibles. El Rosalejo, Cantos Blancos, Mina Guillermín, El Chaparro, entre otras, son algunos de los mejores ejemplos, ideales para ser recorridos por aquellas personas amantes de la arquitectura minera e industrial. Más allá del término de Alcaracejos, cerca de la zona de las Morras del Cuzna, ya en término de Villanueva del Duque, podemos recorrer los restos de las minas de El Soldado.

Siembras, pastizales y huertas

Conforme nos acercamos al pueblo, la dehesa va aclarándose y los árboles, aunque de mayor porte, presentan una menor densidad y ganan terreno siembras, pastizales y huertas. Se nota más la acción del hombre, producto de una mayor disgregación parcelaria. Estas pequeñas fincas dan cabida a espacios de ocio, pequeños olivares, huertas, vaquerizas o siembras de plantas forrajeras para el ganado.

Aquitectura popular

La arquitectura popular de Alcaracejos se adapta al terreno y a los materiales propios de la comarca. Granito, pizarra, cuarcitas y sobriedad componen una forma de construir que evoluciona desde la sierra a la llanura de Los Pedroches. En la sierra es común ver pequeños cortijos que son poco más que albergues ganaderos pero también existen grandes cortijadas que datan de los tiempos de auge olivarero –mediados del siglo XIX-principios del XX-. Estas haciendas, con la sobriedad propia del territorio, fueron en la mayoría de los casos molinas de aceite e incluso, en algunos casos, lagares. En la zona de los jarales son frecuentes los pequeños cortijos construidos de piedra de pizarra y contrafuertes y el creciente carácter ganadero del territorio hace que abunden las paredes de piedra, un ejemplo de construcción tan sencillo como admirable. El granito, que se suele usar entre la sierra y los jarales como elemento noble de dinteles, umbrales y piezas de refuerzo, es el elemento más destacable en el casco urbano de Alcaracejos. Desgraciadamente, esta localidad fue muy afectada por los bombardeos y por los combates de la Guerra Civil (1936-1939), pero aun así se conservaron y se reconstruyeron muchas casas que responden al canon típico de Los Pedroches: fachada de granito, bóvedas y empedrado con cuarcitas y escoria de las minas.