Historia

Alcaracejos, un enclave estratégico

Una de las claves de Alcaracejos es el carácter estratégico de la ubicación de esta población en el centro de Sierra Morena y en un lugar que tradicionalmente ha sido frontera, límite y zona paso de alguna de las antiguas rutas más destacadas entre el Valle del Guadalquivir y la Meseta. Desde época romana hasta nuestros días, Alcaracejos y su término han sido puerta de acceso a Los Pedroches. La cercanía del Calatraveño y su ubicación central en el norte de Córdoba han marcado su Historia.

El poblamiento del término de Alcaracejos y su entorno está acreditado por multitud de restos arqueológicos desde la Prehistoria. Luis Ramírez de las Casas Deza, en su Corografía de la Provincia y Obispado de Córdoba, que data de 1840, plantea la existencia en los contornos de esta villa de “señales de antigüedad, monedas romanas de plata y árabes de oro, y en una ocasión, dentro de una vasija de barro se encontró una cinta de oro macizo con dos agujeros a cada extremo”. Cita este autor, ajeno por el tiempo de su obra a cualquier sistematización de estudio de la Historia, yacimientos como la Cumbre, a poco menos de un kilómetro del centro de la población actual, como espacio de laboreo y trabajo con metales. Y ciertamente la minería es la que marca los vestigios del pasado de Alcaracejos: hallazgos como el Tesoro de los Almadenes, un conjunto de piezas ibéricas del siglo II a. d. C. compuesto por piezas de orfebrería de magnífica hechura y monedas. Los restos encontrados en la zona del Germo y el Peñón del Lazarillo o en la Atalayuela dan fe de la existencia de pobladores desde el Neolítico.

El estudio del nombre de Alcaracejos ha sido muy debatido por los historiadores: al-caria, por aldea; Alcazarejos, por alcazar; al-caraz, por el cerezo o cerezuelo…, pero no existe una teoría fielmente contrastada. Lo cierto es que tenemos que viajar hasta finales del siglo XIV y principios del XV para atestiguar con bases sólidas la existencia de la población en el emplazamiento actual. No obstante, al sur de la población se encuentran los restos del denominado Castillo del Cuzna y el Guadalbarbo, río de los bereberes, lo que atestigua la importancia del poblamiento que tuvo que existir en este sector de Fash Al Ballut (Llano de las bellotas), que es como denominaron los musulmanes a la cora (provincia) que ocupaba todo el norte de Córdoba, sur de Badajoz y sur de Ciudad Real. En el siglo XI, Al Idrisi sitúa la principal ruta entre Córdoba y Toledo por un trazado coincidente con Alcaracejos Mozárabe en la zona del Guadalbarbo y la Chimorra, por el arroyo del Musgaño, y tras la conquista cristiana de Córdoba y el establecimiento de Castilla, los cerros cercanos al Puerto Calatraveño se convierten en cazadero real y son citados en el Libro de la Montería de Alfonso XI.

La creación a finales del siglo XIV de Alcaracejos debió deberse a los movimientos de población que existieron en Los Pedroches durante esta época. El crecimiento de poblaciones como la Torremilano (Dos Torres) y Pedroche y los distintos pleitos que surgían entre las zonas de realengo (Torremilano) con las zonas de señorío como Santa Eufemia o con la propia ciudad de Córdoba,  así como una posible expansión demográfica llevó  a los vecinos de localidades consolidadas a asentarse en nuevos espacios en busca de tierras fértiles y de pastos para el ganado. Así surge Alcaracejos, como aldea de Torremilano. Andado un siglo aproximadamente, en 1488, Alcaracejos obtiene el título de villa y pasa a formar parte de las Siete Villas de Los Pedroches, que mantendrán término común hasta el siglo XIX. Pedroche, Torremilano, Torrecampo, Pozoblanco, Alcaracejos, Añora y Villanueva de Córdoba conforman una comunidad que se mantiene hasta primeros del siglo XX, cuando terminó completamente el proceso de las desarmotizaciones del siglo XIX, administrando dehesas comunales como la de La Jara o baldíos como el de La Concordia durante siglos.

El crecimiento de la población de Alcaracejos es progresivo durante estos siglos. A mediados del siglo XIX, justo antes de la explosión demográfica que supuso en la zona la minería contaba con unos 1.000 habitantes. La explotación de las vetas mineras de los términos de Alcaracejos y de Villanueva del Duque y la llegada del ferrocarril supusieron una época de esplendor para ambos municipios. Así Alcaracejos contaba en 1910 con 4.599 habitantes. Son los años en los que importantes sociedades mineras explotan las minas Guillermín, Rosalejo o Cantos Blancos. La localidad se mantuvo en torno a los 4.000 habitantes hasta la Guerra Civil, la cruz de la historia de esplendor de la minería. La contienda destruyó prácticamente toda la población y algunos de sus edificios más emblemáticos, como la Iglesia de San Andrés, del siglo XV, cuya puerta con arco conopial es lo único que se mantiene. Alcaracejos estuvo en el frente muchos meses y fue el centro de las operaciones de la denominada Batalla de Pozoblanco, ocurrida en marzo de 1937. Tras la guerra y la posguerra, la economía local quedó muy resentida y Alcaracejos sufrió una fuerte emigración en los años 60. Desde entonces hasta hoy se ha mantenido entre los 1.500 y los 2.000 habitantes.